Geometría descriptiva en la carrera de arquitectura. Puesto que la Geometría Descriptiva no es la única materia de carácter gráfico en las Escuelas de Arquitectura, lo primero que hemos de hacer, para poder definir su perfil y competencias, es establecer su conexión y sus diferencias con respecto a las materias afines, con las que a veces se habrá de solapar en el esfuerzo por alcanzar el desarrollo de la capacidad de imaginación y de expresión de las realidades espaciales, conforme a aquella definición programática, de carácter general, que hacía hace unos años Ruiz de la Rosa, al señalar como objetivo común de las materias de índole gráfica, «dotar a los alumnos de los imprescindibles medios de expresión, y no con fines artísticos o científicos en sí mismos, a fin de capacitar para la correcta representación de la realidad espacial y volumétrica, así como para expresar y transmitir las propias ideas convirtiéndolas en sugerencias y órdenes».
La organización de las materias con las que tender hacia esos objetivos generales, y sus contenidos, varían un tanto en la actualidad de unas Escuelas a otras, pero se da un apreciable consenso en señalar que el Análisis de Formas, el Dibujo Técnico (llamado por algunos Dibujo Arquitectónico) y la Geometría Descriptiva son las disciplinas en las que se debe estructurar la docencia gráfica en relación con la arquitectura. Ahora, algunos añaden también, poco acertadamente, la educación en el empleo de las técnicas informáticas de representación, como si fuese una ciencia propia y no una mera habilidad instrumental, que sí debe tenerse en consideración como mecanismo pedagógico; en cambio, si se le da demasiada importancia distorsiona gravemente la función formativa de los otros medios de control e imaginación de las formas.
Habitualmente las tres materias figuran en el mismo curso de la carrera, a veces incluso fundidas, en todo o en parte, lo que plantea necesariamente algunos problemas reales dado que la materia objeto de estudio es la misma en los tres casos:la arquitectura representada o representable, en sus diversos estados y formas, ya sea construida o simplemente imaginada.
De modo que en ocasiones podrá resultar difícil determinar hasta dónde debe llegar la enseñanza de la correcta «representación de la realidad espacial y volumétrica» (competencia específica de la Geometría Descriptiva y del Dibujo Técnico) y dónde debe comenzar «la educación de la sensibilidad y el desarrollo de la imaginación creadora» (más propias del Análisis de Formas).
Desde luego lo primero que requiere la expresión de algo en cualquier campo es disponer de un lenguaje adecuado con el que hacerlo. Por lo que se refiere a la arquitectura, corresponde por tradición a la Geometría Descriptiva proporcionar el conocimiento de los lenguajes gráficos, que tal vez sea su cometido más específico, como Monge señalaba en la presentación de su geometría, con expresión que ha pasado a ser clásica:
«lograr representar con exactitud, mediante dibujos de dos dimensiones, los objetos que tienen tres arquitectura en este caso que sean susceptibles de una determinación rigurosa».
De donde podríamos deducir que las otras dos materias el Dibujo y el Análisis de Formas tendrán una cierta dependencia respecto de ella, que debe proporcionar los medios que permitan a las otras dos llevar a cabo la lectura, representación y análisis de la arquitectura, en el modo específico que les compete. Ese peligro de confusión es lógicamente mucho menor entre la Geometría Descriptiva y el Análisis de Formas que entre el Dibujo Técnico y las otras dos.
Pues el Dibujo Técnico está de algún modo a medio camino entre ellas, e incluso en alguna Escuela es una materia cuya existencia está actualmente cuestionada, precisamente por esa cierta indefinición que sufre en relación con su objeto propio. Ya que por un lado se acerca a la Geometría Descriptiva, de la que debe servirse continuamente (en ocasiones de modo muy especializado), tanto para la toma de datos como para la propia tarea de representación, de modo que muchas veces lo más interesante y formativo de ciertas representaciones es precisamente la resolución de los complejos problemas geométricos que plantea.
Pero también se aproxima al Análisis de Formas, dado que la representación de una obra de arquitectura comporta forzosamente un cierto grado de análisis, pues el objetivo final perseguido no es simplemente dibujar arquitectura sino llegar a «leer la arquitectura» Conviene por tanto señalar algunas de las características diferenciales de esas disciplinas, no tanto en cuanto a su objeto y fines últimos, que habrán de ser similares (aunque considerados desde una óptica mucho más abstracta en el caso de la Geometría Descriptiva), sino en cuanto al prisma bajo el que los contemplan.
La consideración de las otras dos materias que no son la Geometría, aunque se haga de modo superficial y escueto, servirá también para establecer, si bien por negación, los límites razonables para la docencia geométrica en relación con la preparación para la expresión y el desarrollo (intelectual y gráfico) del proyecto arquitectónico, en lo que desempeña un papel relevante.
Hasta el punto de que el desarrollo de los distintos lenguajes gráficos y el conocimiento de los mecanismos geométricos que los acompañan habitualmente ha sido provocado, en el tiempo, por la necesidad de concebir y expresar de un modo nuevo las ideas espaciales.Así, como señalaba Riegl en relación con el empleo de la perspectiva, «aunque los antiguos griegos hubiesen conocido las leyes de la perspectiva lineal, como las ha establecido la matemática moderna, no las habrían usado (…).
Los artistas antiguos, concluye, no podían querer la unidad espacial de la perspectiva, porque no les hubiese proporcionado ninguna unidad artística». De igual modo que, en sentido contrario, podríamos reconocer en el empleo de las axonometrías por parte de la vanguardia holandesa una consecuencia gráfica de las ideas que impulsaban la arquitectura que concibieron.
Que hace más chocante la tendencia que se aprecia hoy en día de desprecio y arrinconamiento de la Geometría Descriptiva dentro del conjunto de las enseñanzas impartidas en ciertas Escuelas de Arquitectura, siendo así que la arquitectura que se diseña hoy día, más o menos claramente inspirada por el less is more miesiano, se fundamenta precisamente en la pulcritud y esencialidad volumétrica.
Puede que ese desprecio nazca de que se la considere demasiado objetiva o matemática; o bien, como apuntaba Sánchez Gallego17, que provenga del interés que han adquirido las imágenes, en detrimento de la estricta geometría, y de la magnificación del control gráfico como método de trabajo. O que sea simplemente una consecuencia más del desprestigio general que afecta en nuestras Escuelas a las materias más científicas u objetivas, y menos espontáneas, imaginativas o creativas.
Lo que es innegable desde luego es que ese menor aprecio por la geometría, en todas sus formas, está provocando una pérdida de rigor gráfico, que afecta negativamente al conjunto de los estudios de arquitectura. Ya que no podemos olvidar que la docencia geométrica, con los conocimientos que le son propios, debe proporcionar también «la base y el germen de ciertas actitudes que estarían en la misma base del ejercicio de la arquitectura como oficio y como profesión: actitudes como por ejemplo, entre otras, la racionalidad y el método, la disciplina, la conciencia de la exactitud, el rigor, el ingenio y la inventiva, la iniciativa, el realismo y el sentido práctico».
El peligro está en conformarse con ver el dibujo en vez de concebir el espacio representado, que no afecta sólo a la Geometría Descriptiva, sino que acecha por igual a las demás materias gráficas. Más ahora cuando los medios informáticos parecen ofrecer una vía alternativa, de gran poder gráfico, para conseguir representaciones plásticamente efectistas de la realidad, existente o virtual, sin que sea necesario el proceso previo de control intelectual de las realidades representadas.
Prueba de esa falta de estima hacia la Geometría Descriptiva y hacia sus enseñanzas la tenemos en la drástica reducción de la carga lectiva que ha sufrido en los planes de estudios de reciente implantación en muchas Escuelas de Arquitectura españolas, en beneficio de otras materias que aportan conocimientos ciertamente interesantes, pero que no tienen el carácter básico e insustituible que puede atribuirse al dominio de las reglas y la sintaxis de los lenguajes específicos de la geometría, con los que se ha de hablar inexcusablemente la arquitectura, pues «la codificación de la lengua moderna, es condición sine qua non para hablar arquitectura hoy». Para llegar a ejercer un control formal sobre los espacios de la arquitectura, y profundizar en su representación y análisis, se necesita dominar los recursos gráficos.
Habiendo recortado la duración de la carrera, sería necesario posiblemente restablecer el curso previo o preparatorio, que no parece posible plantear hoy por hoy. Lo que no quiere decir, de todos modos, que no pudiese ser conveniente, como apuntaba Vagnetti.
De modo que pudiésemos aplicar para el ingreso en las Escuelas de Arquitectura lo que se dice que Platón fijó sobre la entrada de su Academia: Nadie entre aquí que no sepa la geometría. Sería una aspiración razonable, a la que hay que renunciar de momento, aun siendo conscientes de que, pensando en la arquitectura, al hacerlo se renuncia a mucho.