Fenómenos arquitectonicos.
Según Edgar Morin, plantea que: con esa voluntad de simplificación, el conocimiento científico se daba por misión la de develar la simplicidad escondida detrás de la aparente multiplicidad y el aparente desorden de los fenómenos. En el pensamiento moderno, a manera de zoom in, se enmarca y se captura una parte del fenómeno, y se vuelve simplemente un momento, un instante, se crea una instantánea de un evento o una realidad, que continua en constante movimiento, permeando únicamente una visión rasante. El pensamiento simple reduce y desarticula el fenómeno hasta probablemente caer en una visión unidimensional, lo que se busca y se pretende es lograr tener un visión multidimensional del fenómeno, para así poder generar los puntos de fuga a diversas interpretaciones.
No pretendo aquí, decir que el pensamiento simple es malo, y que el pensamiento complejo es bueno, para analizar determinados fenómenos, por que caería en un juicio moral lleno de prejuicios, únicamente soslayo la posibilidad de que algunos fenómenos, como en este caso es: el fenómeno nómada, dentro de las ciudades; no pueden verse o analizarse desde un punto de vista dicotómico, seccionado y unidimensional, estudiando sus partes por separado, quizás algunas partes si, pero quizá otras deban ser analizadas desde otros puntos de vista. Uno y otro me permitirán lograr encontrar el intersticio por el que pueda entrar a analizar las exterioridades e interioridades del fenómeno en cuestión. En esa búsqueda por tratar de entender la complejidad que rodea a estos fenómenos, podemos ver que: «…los seres humanos, la sociedad, la empresa, son maquinas no triviales:
Es trivial una maquina de la que cuando conocemos todos sus inputs, conocemos todos sus outputs; podemos predecir su comportamiento desde el momento que sabemos todo lo que entra en la maquina.» ¿Cómo entender una maquina no trivial?. Quizás reconociendo al menos, esas entradas (inputs) de la caja negra, de estos fenómenos, podamos alcanzar a ver lo difuso y lo complejo de los fenómenos nómadas, que nos llevaran a identificar sus salidas (output) y así poder predecir su comportamiento, dentro de lo urbano arquitectónico de las ciudades. (Lanzar una flecha que otra persona pueda recoger y volver a lanzar, según Friedrich Nietzche). Generando una frontera, y no un limite, frontera que pueda después extenderse, «trazos» que se borran y se desplazan con el trayecto. A manera de nómada como generador de desierto y no al contrario: desierto generador de nómadas.
La caja negra, puede ser una herramienta que permita entrever de que se alimenta el fenómeno nómada dentro de las ciudades, identificar sus entradas, conociendo tal vez, ¿por que? este resurgimiento, si es que es un resurgimiento de la vida errante, o si es simplemente, un fenómeno aislado, conociendo estas entradas en la caja negra, se podrán detectar los códigos de programación que ejecutan determinada función dentro del fenómeno (no es importante saber como se arman estos códigos), y así poder reconocer como se manifiesta el fenómeno. «Caja negra, en informática, unidad cuya estructura interna se desconoce, pero cuya función está documentada. Los diseñadores de hardware y de software utilizan este término para hacer referencia a los circuitos o al código de programación que ejecutan determinada función. La mecánica interna de la función no es algo que interese al diseñador que utiliza una caja negra para obtener una función. Por ejemplo, un chip de memoria puede considerarse una caja negra. Muchas personas utilizan chips de memoria, e incluso los diseñan para los equipos informáticos, pero por lo general sólo los diseñadores de chips de memoria necesitan comprender su funcionamiento interno.»
Un microprocesador (microchip) puede ser entendido como una caja negra, solo que, el que la diseña, es el único que comprende su funcionamiento interno, dándole a esta un aspecto individual. Una caja negra entonces me aventuro a decirlo, es una unidad, no formal, no tiene una estructura interna definida, puesto que se arma y desarma conforme lo requiere el sistema, sin embargo su función esta documentada y conformada de códigos de programación específicos, que ejecutan determinada función dentro del sistema. Ubicar esos códigos de programación en estos fenómenos nómadas, dentro de las ciudades contemporáneas, resulta por demás interesante. Estoy conciente que la complejidad no es una receta, pero si puede ayudar a estar atento, y a, no dejarse llevar por determinismos. Quizás distinguiendo y conjuntado estos fenómenos en un sentido mas amplio permee en la superficie, la distinción del fenómeno sin la desarticulación del mismo, asociando diversas situaciones sin siquiera identificar o llegar a reducir el fenómeno a una situación o, a un lugar especifico.
La vida errante y el nomadismo, en sus muy diversas modalidades, son hechos palpables en las sociedades contemporáneas, estos eventos permean dentro del espacio estriado de nuestras ciudades, alisándolo; el nómada ocupa, habita y posee el espacio liso, es un vector de desterritorialización, alisa el espacio para poder hacerlo crecer, añaden desierto al desierto, estepa a la estepa. «.El anhelo de una vida marcada por lo cualitativo, el deseo de romper el enclaustramiento y la confinación domiciliarios, característicos de la modernidad, constituyen todos una nueva búsqueda del santo grial, que al mismo tiempo reactiva la dinámica del exilio y la reintegración.» Las sociedades modernas siempre tienden a codificar, a estriar, alinear todo, identificar cada una de las partes para así poderlas confinar en un universo maleable y controlable, nada puede escapar al control.
Esto lo logra el aparato de estado, apropiándose de la maquina de guerra, vista como una pura forma de exterioridad, que funciona o puede ser enfocada lo mismo para el nómada, que para el aparato de estado, visto como la forma de interioridad que tomamos todos como modelo. Cada vez resulta más difícil escapar al estriaje en el que estamos sometidos constantemente, esa vigilancia extrema en la modernidad, el gran hermano (Big Brother) de Orwell, que se ve materializada en su punto culminante en el «Panóptico» del que nos habla Michel Foucault, esa vigilancia que somete sin ser vista, que vigila y castiga sin tener certeza de que se es vigilado o peor aun, condicionado. Uno de los primeros objetos de la disciplina es fijar; la disciplina es un procedimiento de antinomadismo. La palabra «vigilar» viene del latín vigilare, que significa velar sobre alguien o algo, atender exacta y cuidadosamente a él o a ello. Entonces se dice que para poder ejercer una vigilancia sobre algo o alguien, debemos estar materialmente atendiendo lo que le sucede. Vayamos pues ahora a buscar el significado de la palabra «condicionar»: del latín condicio,-onis, Hacer, defender algo de una condición.
Y condición lo podemos definir como situación o circunstancia indispensable para la existencia de otra. De esto podemos deducir que en ambos conceptos existe una relación simbiótica que no puede ni debe ser alterada, vigilante-vigilado, condicionante-condicionado, para que pueda existir este mecanismo de control. Aunque podemos decir que en el Panoptismo, se juega con un saber generalizado y perfectamente asimilado a priori, de esta relación, todos deben creer en la vigilancia del panóptico para que este funcione. Si ningún preso se supiese vigilado no funcionaria este modelo de poder… Puesto que los presos del panóptico saben que lo que viven no es todo lo que hay, este sistema de control aunque no el único, se puede argumentar del siguiente modo: ya que hay «lo otro» que no es esto, algún día podremos estar de otra manera. Este es un principio revolucionario o cuando menos de reforma. Este revolucionario, o reformista, toma el carácter de nómada, alguien que escapa a esa condicionante del panoptismo, un retorno a valores primigenios, es lo que lo mueve, el sueña con «otro lugar».
Esa búsqueda, lo lleva a ser un vector de desterritorialización. Esta idea nos lleva a pensar en un retorno a los valores dionisiacos , entre mas sometidos estamos a la inducción de la reglamentación de la circulación y de valores establecidos, el espíritu primitivo resurge en nosotros de maneras insospechadas, y sobre todo de manera inconsciente no como fenómenos individuales y aislados, sino dentro de la conciencia colectiva, en las masas. Pero resulta que con la globalización esto no es del todo cierto. La globalización es en si, una gran paradoja contemporánea, por que, mientras por un lado se trata de generar en la sociedad una actitud positiva, lisa, y sin asperezas, por otro lado, genera en el individuo de manera muy importante una necesidad de lo «vació», de esa perdida, de lo que no es cuantificable, de lo que no es contabilizable, lo intangible, lo inmaterial, en fin, lo que escapa a la cifra. En ese sentido es mucho más fácil dejar un área vacía, que usarla y construirla. También esta fuera de la avalancha del consumismo, del bombardeo y del fuego cruzado de los significados, de la significación y del mensaje. El vació reclama una especie de cancelación de toda la opresión en la que la arquitectura desempeña un papel importante.
Ese «vació» se manifiesta de muy diversas maneras, en las masas, extrañeza en la ciudad, los lugares olvidados, indefinidos o con limites difusos (terrain vague); los espacios expuestos a un estriague y aun alisamiento tan constante que producen desgaste, extrañeza en el conciente colectivo. Esa nostalgia por el «otro lugar», esa vuelta a los suburbios, ese abandono del centro a las periferias. Ese «vació» generado por la avasallante saturación de los deseos- carencia, programados por los medios de comunicación, ese que cubre sus carencias muchas veces con la vuelta al «Shopping», el callejeo, el deambular nocturno, el salir del engranaje de producción. A ese «vació» me refiero. El «Lado Obscuro» empieza a permear en las sociedades, «lo compacto se vuelve poroso» , «La mortaja del lado Obscuro ha caído». Lo que se creía extinto por la modernidad, resurge y se hace más evidente a cada momento, los mecanismos de control son vulnerados por este tipo de fenómenos, lo que escapa al control, es revolucionario, todo debe ser controlabe.
La paradoja contemporánea resulta peligrosa, al sistema. Poco a poco con la sobre codificación a la que estamos expuestos hemos perdido esa fuerza vital, esa naturaleza instintiva. Las masas han sido domadas, el «lado obscuro» empieza a develarse, algo que se creía extinto y desterrado con la modernidad, comienza a develarse de distintas maneras. Michel Foucault, así como los estudios que el inspiro, han mostrado cómo, en lo concerniente a la producción, las costumbres, la salud, la educación, la vida sexual, en todo lo que se ha convenido en llamar lo social, las masas fueron domesticadas, obligadas a trabajar y confinadas en su domicilio. Entonces, si en las sociedades contemporáneas existe este tipo de fenómenos, que permean y surgen espontáneamente, en manifestaciones cada vez mas evidentes y que el mismo sistema, trata de absorber inmediatamente, para evitar sufrir una desestabilización, ¿como podemos llegar realmente a entenderlos y visualizarlos sin caer en una disyunción racional?.
Estos fenómenos son fácilmente clasificables, si nos remitimos a simplemente analizar las partes que los componen, pero siendo un poco mas profundos en nuestro análisis podemos encontrar que lo importante no son las partes, sino lo que existe entre ellas, esas singularidades, eso que no es cuantificable, ni cualificable; esto adquiere un valor relevante dentro del pensamiento complejo, que no secciona ni divide, sino que al contrario suma y multiplica. La Complejidad, como nos la explica Edgar Morin, en su relación orden/desorden/organización, se manifiesta o es visible, empíricamente, cuando, resultan necesarios, fenómenos desordenados, en algunos casos y en determinadas circunstancias para producir fenómenos organizados, vistos como contribuyentes del orden. «Así es que el paradigma de simplicidad es un paradigma que pone orden en el universo, y persigue al desorden. El orden se reduce a una ley, a un principio. La simplicidad ve a lo uno y ve a lo múltiple, pero no puede ver que lo Uno puede, al mismo tiempo ser Múltiple.
El principio de simplicidad o bien separa lo que esta ligado (disyunción) o bien unifica lo que es diverso (reducción)». Hay quienes opinan, que los arquitectos hoy en día, carecemos de las herramientas necesarias, para poder entender fenómenos como el nomadismo, la trashumancia o el sedentarismo, en su incidencia dentro de lo urbano arquitectónico contemporáneo, opino que esto no es del todo cierto, existen herramientas dentro del conocimiento, que nos remitirían a ideas y nuevos enfoques de estos fenómenos, solo que estas, talvez no se encuentran dentro de la disciplina que nos ocupa, quizá podemos encontrarlas en otras disciplinas tan afines o tan distintas a la arquitectura, como nosotros las queramos entender. La gran mayoría de los Arquitectos, de hoy en día, seguimos embelesados por los sueños megalómanos, e ideas narcisistas, muchas de ellas heredadas y otras asumidas por simple comodidad y resignación, esa imagen de ser supremo, conocedor de los «problemas» de la ciudad, imagen que redunda en poses, y no en posturas criticas; poses que en nada ayudan a la arquitectura actual, ni a nuestras ciudades, generando mas problemas de los que es capaz el arquitecto siquiera de vislumbrar.
Actualmente el arquitecto esta convertido en mero espectador de los fenómenos que ocurren en las ciudades contemporáneas, fenómenos rizomaticos, diagramas que fluyen imperceptibles, dentro de la maraña estriada de las urbes, pero que funcionan como un organismo vivo, dando al espacio, movimientos, fuerzas e intensidades diversas. El arquitecto ha tomado actualmente, conciente e inconscientemente, el papel de mero decorador, dentro del andamiaje urbano, con propuestas sujetas a un pensamiento arborescente, proveniente de formas jerárquicas, que utilizan una «lógica» que mutila y secciona, en vez de entender y canalizar. Papel que le fue provisto como opción inmediata a lo largo de la historia, opción que no es asimilada de manera natural, sino que es machacada constantemente con cánones impuestos. Ver estos fenómenos (nomadismo, sedentarismo y trashumancia) en nuestras ciudades contemporáneas, dentro de su complejidad, resulta una tarea difícil, pero no imposible, la idea sería, en todo caso prepararse y volverse sensible a la experiencia.
Exponerse a la marea alta, sin prejuicios y estando abierto a todo tipo de experiencias, que nosotros queramos asumir, como profesionales involucrados en lo urbano-arquitectónico, estas experiencias quizá requieran de un esfuerzo extra, pero solo así, quizá podamos vislumbrar un camino más interesante y más rico, (no excluyente). Generando así, al menos en nosotros, un cambio de actitud en nuestro pensamiento, preparándolo para no discriminar de entrada, no seccionar sin entender y no descalificar sin enfrentar. Actualmente es necesario recurrir a otros esquemas mentales que no estén basados en la regla y en lo físico, que permitan entender lo disperso, lo móvil y lo desarraigado, según lo manifiesta Bernardo Secchi. «La dispersión, la flexibilidad, la ausencia de reglas y la falta de identidad que las tecnologías de la información están induciendo en las ciudades contemporáneas, plantean enormes dificultades a los sistemas de análisis urbano tradicionales, que se basan en la codificación de la materialidad de la ciudad (tipologias arquitectónicas, formas de agregación, espacios públicos, etc.)
Estos sistemas se colapsan ante los etéreos y ahistoricos espacios ¿urbanos? Contemporáneos. Para analizarlos es necesario recurrir a nuevos esquemas mentales que sin incidir tanto en la regla y en lo físico, sean capaces de enfrentarse a lo móvil, lo disperso y lo desarraigado.» Bibliografía: Morin, Edgar, Introducción al Pensamiento Complejo, Trad. Marcelo Pakman; Ed. Gedisa. Deleuze, Gilles, Félix Guattari, Mil Mesetas, capitalismo y esquizofrenia, Ed. Pretextos, Valencia 1997. Enciclopedia Encarta, © 1993-2003 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos. Maffesol, Michel, El Nomadismo: Vagabundeo iniciativos, Trad. Daniel GutiérrezMartínez, Fondo de Cultura Económica, México 2004. Foucault, Michel, Vigilar y Castigar: El Nacimiento de la Prisión, Ed. Siglo XXI, 1976. Delicado Cárdenas, MartíoIvo, De la Caverna al Panóptico, consideraciones entorno del Poder.Apud, Michel Foucault, Vigilar y Castigar, el nacimiento de la Prisión.Koolhaas,Rem, Conversaciones con Estudiantes, Ed. GustavoGilli. GarcíaVázquez,Carlos, La Ciudad Hojaldre: Visiones Urbanas del Siglo XXI, Ed.GustavoGilli, Barcelona. Autor del artículo: Edwin García Figueroa, edwingarciaf@todito.com