Sala hipostila.
Ningún edificio anterior puede compararse en dimensiones a las dadas aquí a un espacio cubierto y ningún edificio posterior intentó siquiera acercarse a una escala tan colosal. El área es de más de 5.000 m2: 103 metros de longitud por 52 metros de ancho. Suele decirse que era lo bastante grande como para alojar en su interior la catedral de Notre Dame de París completa. Estas enormes dimensiones dan origen a varias preguntas: ¿Cuál era la finalidad de esta sala? ¿Qué ocurría efectivamente en ella? ¿Cuáles fueron las soluciones estructurales dadas a los problemas planteados? Finalmente, ¿cómo fueron en términos espaciales? La sala hipóstila continúa el eje principal este-oeste y le da su mayor acento.
Sin ella, el eje no tendría su monumentalidad plástica. La pared oriental de la sala hipóstila, está formada por el gran pilono de Amenofis III (pilono III) en cuyos cimientos fueron sepultados los fragmentos de muchos otros monumentos. La pared occidental es el Pilono II erigido bajo Ramsés I. A derecha e izquierda del antaño pequeño vestíbulo de entrada había dos estatuas colosales de Ramsés II. Los fragmentos de una de ellas se conservan aún en pie. Un vestíbulo similar sobresalía desde el pilono de Amenofis III, el cual guardaba el acceso al templo. Esto dio lugar a algunas irregularidades en el plano. A través de la enorme puerta posterior del Pilono II (cuya altura es comparable al arco de triunfo de París) una abrumadora masa de luz podía penetrar en el interior en marcado contraste con el resto del edificio y con el propósito de la oscura sala de columnas.
Esta gigantesca abertura se hizo por primera vez bajo los ptolomeos. El pasillo central de la sala hipóstila, de 23 metros de altura, acentúa la importancia del eje este-oeste. Este pasillo esta formado por 6 columnas a cada lado cuyo diámetro es el mismo de la columna de Trajano en Roma (3,5 metros). Es mucho más ancho que el formado por cualquiera de las 7 columnatas a cada lado y su carácter dominante resulta acentuado por el hecho de que el espacio entre él y las columnatas más bajas a cada lado es mayor que los espacios entre cualquiera de éstas. Este camino procesional este-oeste entre altas columnas, era el que el rey seguía en su paso hasta el templo de Luxor llevando un incensario en la mano, como se ve en los relieves. Los grabados en las losas del techo, a lo largo del camino reproducen constantemente a la protectora del faraón: la diosa Nekbet, un buitre con alas desplegadas.
El término hipóstila aparece en Diodoro del siglo I a.C., para designar una sala con el techo apoyado sobre columnas. En esta sala de Ramsés II, densamente poblada de columnas, la palabra adquiere un significado muy especial. Las 122 columnas más bajas, que tienen unos 2 metros de diámetro, parecen romper el espacio, ya que las distancias entre ellas son más pequeñas que su diámetro. En Karnak las densas filas de columnas más bajas no están simétricamente dispuestas en relación con las columnas más altas, y esto hace que el espacio parezca incluso más lleno. Esto no ocurre por casualidad sino que fue intencionado. A pesar de lo apretado del espacio, la idea arquitectónica de alzado y de planta está claramente expresada. Aunque hay una estrecha nave central en el sentido norte-sur, el principio de la edificación consistió en emplear todos los medios para acentuar el dominio de la columnata este-oeste como lugar de paso; por consiguiente no hay altares en esta gigantesca sala. No es un lugar para que los fieles se congreguen ni es un lugar de descanso; se trata simplemente de un lugar de paso concebido monumentalmente. En su semioscuridad se llevaban a cabo funciones rituales y se expresaban oráculos.
(Articulo enviado por: Felipe Vergara Lucero– bodyarquipro@yahoo.com)