Winston Churchill dijo una vez: «nosotros damos forma a nuestros edificios y después nuestros edificios nos dan forma a nosotros.» Con esta inteligente frase Churchill intentaba motivar a todo su parlamento a la prospera construcción de la Cámara de los Comunes, y con ello motivarles a que funcione con la mista integridad y calidad que su anterior administración. Buscaba una entidad completamente firme y funcionar, y similar a la que existía anteriormente ( la cual fue destruida por un bombardero el 10 de mayo de 1941).
El ser humano es el único en la faz de la tierra, de nuestra Galaxia y quizás de todo el universo que es capaz de modificar completamente su entorno y el lugar en donde habita. Moldeamos completamente el espacio que nos rodea: construimos escuelas, edificios, viviendas, rascacielos… a tal punto de modificar completamente el ecosistema circundante. Lo curioso de todo es que con todos estos cambios y transformaciones poco a poco llegamos a cambiarnos a nosotros mismos.
De hecho, la manera en que ocupamos y vivimos las edificaciones dice mucho sobre nosotros mismos, pues muestran la importancia que le damos a ciertas actividades. Antaño, las habitaciones más significativas de las viviendas eran los salones de baile, la sala de música, el cuarto de costura, etc., hoy en día, son los salones de juego, las salas de televisión, los baños y las cocinas. Los dos últimos siendo espacios que en un pasado no tan remoto, estaban localizados fuera de la casa.
Pues estos pensamientos tienen toda la razón. El lugar en donde vivimos y los lugares que frecuentamos suelen influir directamente en nuestra forma de ser y en nosotros mismos, y en este cambio notamos claramente la importancia que le damos como seres humanos a una simple estructura. Nuestra vida cambia, nuestros intereses también lo hacen y a la par sucede lo mismo con los edificios que construimos y los lugares en que habitamos...