Hoteles en Dubai. Ningún lugar del planeta simboliza, hoy en día, el lujo desmesurado y despilfarrador mejor que Dubai, la ciudad-estado levantada de la noche a la mañana gracias al poder económico que otorga el oro negro.
Para muchos, Dubai dejó de ser un lugar exótico y casi irreal tras el partido de tenis que disputaron André Agassi y Roger Federer a 211 metros sobre el nivel del mar, en el helipuerto de un hotel de ¡siete estrellas! Burj Al Arab, el icono de Dubai. Pese a que la clasificación responde a razones publicitarias, no cabe duda de que el Burj Al Arab es uno de los hoteles más selectos del mundo, y el icono de la ciudad del desierto gracias a su diseño, con forma de embarcación a vela.
En sus 202 suites dobles (no dispone de habitaciones normales), la más pequeña con una superficie de 169 m² la mayor con 780 m², puede escogerse entre un selecto menú de 17 tipos de almohadas, o elegir tomar un baño de menta u otro de champán, caviar y fresas. Las dos suites reales cuentan con ascensor y cine privados, suelo de mármol de Carrara y muebles de caoba. Para desplazarse del hotel a tierra firme nada mejor que hacerlo en uno de los Rolls-Royce de la extensa colección del hotel o en helicóptero.
Raffles, la pirámide de los emiratos. El hotel Raffles, inaugurado en Dubai a finales del pasado año, tiene como referencia obvia de su arquitectura las pirámides de Egipto. No es de extrañar, tratándose de una urbe erigida en el desierto, sin una memoria arquitectónica con la que poder dialogar.
El edificio está coronado por una pirámide completamente construida en vidrio, cuyo vértice permanece iluminado por las noches. Los elementos decorativos del interior juegan con tres tradiciones culturales distintas: la tradicional de Oriente Próximo, la del antiguo Egipto y la asiática. Las pétreas columnas del atrio de entrada están talladas con jeroglíficos y las estatuas de pretéritos faraones jalonan los espacios comunes, haciendo dudar al huésped si se encuentra en un hotel o en un parque temático. De las 248 suites del hotel, todas ellas con balcón propio, las cuatro presidenciales está consagradas a uno de los elementos:tierra, viento, fuego y agua.
Las dos suites reales, de 650 metros cuadrados cada una, cuentan, entre otros lujosos complementos, con gimnasio privado.
Uno de los mayores atractivos del recinto es su jardín botánico tropical, en el que se encuentran reunidas más de 129.000 especies distintas. Jumeirah Beach: ola de vidrio. Como una ola tomando fuerza para romper sobre la arena del desierto. Así es el Jumeirah Beach Hotel, inaugurado en 1997 y creado por el mismo equipo que, años más tarde, diseñó el Burj Al Arab. Su estructura es curva, tanto en planta como en altura, y la decoración interior responde a la recurrente opción de los cuatro elementos de la naturaleza. Esta mole de cristal, en la que la exclusividad no está reñida con el ocio en familia, alberga 598 habitaciones y suites, además de 19 villas junto a la playa.
Campo de golf, más de 30.000 m² de playas privadas, un arrecife de coral artificial, un centro de buceo acreditado por PADI y National Geographic o acceso al anejo parque temático de agua completan la oferta de ocio de este colosal complejo hotelero. En el salón de entrada, en un monumental mural escultórico que saluda a los huéspedes, aparece representada una vista satélite de la Tierra, con la Luna y las estrellas. En el centro del universo, una pequeña región, antaño desértica y que hoy alberga la mayor cantidad de riqueza por metro cuadrado: los Emiratos Árabes Unidos.