El concepto de Muntañola referido al lugar, al topos, es mucho más certero, pues se centra en una valor ineludible de la profesión.
Todos los proyectos tienen lugar, de hecho la producción del proyecto arquitectónico si se puede sustentar en las condiciones del territorio. Siempre la arquitectura hace referencia a un territorio, pero no necesariamente a la actitud crítica o a lo apropiado, como plantean Frampton y Fernández Cox, respectivamente. Este es el notable y gran avance que hace Muntañola, la carencia del estudio del lugar que existía hasta el momento y la referencia consciente a él, en relación a la historia y al sujeto.
A mi juicio aquí radica su fortaleza en el establecer el proyecto a partir de un valor intrínseco de la profesión, el topos y también aquí está su debilidad, pues de esta circunstancia de carencia en el estudio del lugar, a saltar a una arquitectura de topogénesis, me parece ha habido un trecho muy corto y aún por explorar. La carencia bibliográfica del lugar, no justifica fundar una arquitectura basada en esa ausencia, en el topos.
Si seguimos el criterio con el que Muntañola titula su libro podríamos hablar no sólo de topogénesis, sino también de Sujetogenésis con una arquitectura basada exclusivamente en el usuario o sujeto (arquitectura espontánea o puramente antropológica). O podríamos hablar de historiogénesis con una arquitectura basada en la historia (que correspondería quizás a algo parecido al posmodernismo).
Las cuales obviamente por si solas, no son capaces de dar cuenta de la tremenda complejidad de los fenómenos contemporáneos. La arquitectura, tal como él mismo dice, son las tres dimensiones en relación (dialogía), no sólo topogénesis, aunque esta es la más referida a lo físico, a lo material y por tanto objeto final de la arquitectura. Sin embargo .-dramatizando el concepto de topogénesis y entendiendo que no es esto lo que quiere decir Muntañola.- no es posible pretender resolver los problemas actuales de la arquitectura sólo referidos a los problemas del Lugar o sobrevalorando su pura dimensión, sino que como el mismo autor dice, debe ser en relación dialógica con el sujeto y la historia.
Por lo cual sería más pertinente hablar más de una arquitectura de la dialogía que del topos. Pero aquí nos encontraríamos con un segundo problema, la idea de dialogía implica inmediatamente la existencia de una arquitectura no dialógica o monológica. Y esto se parece mucho a los conflictos que enfrentaron Frampton y Fernández Cox con la actitud crítica o no crítica o apropiada e inapropiada de la arquitectura. Estos son más bien métodos de aproximación al proyecto, que pueden usarse o no, que a valores intrínsecos, permanentes e ineludibles del oficio.
Por lo cual no alcanzan por si solos a construir teoría. Me quedo con la frase de Lewis Mumford que cita el propio Muntañola en los objetivos del libro, en la página 15 de Topogénesis, donde dedica el libro a Mumford …la importancia del espacio humano como cultura. Aquí a mi juicio hay luz al problema, pues el concepto de cultura, si aglutina la trilogía a la que se refiere constantemente Muntañola, y su relación dialógica y vital, está dentro de la cultura.
Al seguir el pensamiento de la filosofía contemporánea, la idea de cultura, si es capaz de incluir por definición la historia, el sujeto y el topos, y también la relación dialógica entre ellos. Por esta razón, estoy de acuerdo con el autor en hacer más énfasis en las múltiples relaciones de esta trilogía, más que en la sobrevaloración sacra del topos. Entendiendo por supuesto, que este libro se destina al estudio del lugar y a poner a la altura bibliográfica los tres elementos de esta trilogía. El topos en si mismo es estático, lo que lo hace dinámico y existencial es la cultura.
La demostración de esto se produce en los casos donde el topos por si solo no es capaz de constituir el proyecto arquitectónico. La ocupación del lugar, por ejemplo, está mucho más relacionada con los procesos culturales en la memoria o memorias del sujeto o sujetos que lo ocupan, tanto o más, que la del lugar físico en si mismo. No es posible construir un proyecto con la sola memoria del lugar (topografía, clima, pluviometría…) y sin un sujeto o sujetos expresamente existente (s).
Me parece que en este punto, tanto Muntañola como Frampton, pecan de europeos, cuestión que no pueden eludir, obviamente. Pero la gran carga cultural que tienen las ciudades europeas, de miles de años, capas y sustratos en el territorio, no es una constante en todo el planeta y por lo tanto no se puede plantear como extensiva a todo el mundo. Incluso en la misma Europa esta noción del topos como soporte único desde el cual se puede leer la cultura, se pone en entredicho con los enormes fenómenos de inmigración que actualmente sufre este continente. Estos movimientos migratorios dan fe de ello, dan fe de que el topos no siempre servirá para comprender todas las aristas de la gran complejidad de la arquitectura contemporánea.
Actualmente podemos tener territorios ocupados por personas que no pertenecen al lugar o que son nuevos en él, para los cuales es mucho más importante la carga histórica que viaja con ellos y que no los abandonará por décadas, a pesar del nuevo territorio que ellos ocupen. En estos casos el lugar, el topos queda relegado a un soporte a un escenario donde diversas culturas se mueven en una continua relación de poder. De igual modo ocurre con el gran número de desplazados en todo el planeta, por las que llamamos catástrofes humanitarias, producidas por fenómenos naturales, guerras o enfermedades. Estas personas se mueven a lugares muchas veces sin carga urbana previa; desiertos, montañas, campos de refugiados, etc.
En esta situación ¿a que debe poner atención un arquitecto? ¿sólo al topos? ¿o al topos y la carga cultural que traen estos habitantes?. Estos desplazados sin lugar a dudas ocuparán este territorio de acuerdo a su particular visión, distinta a si fuera otro grupo de refugiados. No podrán evitarlo es su conocimiento acumulado y su fortaleza a la hora de subsistir. La experiencia de Médicos sin Fronteras es sintomática respecto a este problema. Cito a continuación dos casos de ocupación de territorios similares, ambos en desiertos, que demuestran esta idea de que el topos, en algunos casos, no alcanza en si mismo a ser la base del proyecto arquitectónico:
CASO 1.- DARFUR, SUDAN: Los refugiados han sido desplazados por la guerra, a territorios desérticos y sin la calidad agrícola que tenían sus propiedades anteriores. A pesar de ello todos los desplazados saben moverse en el desierto. Ellos requieren obtener de las organizaciones humanitarias, sólo agua, alimento, medicina y sombra. La sombra que constituye la vivienda es lo que Médicos Sin Fronteras, MSF y el Alto Comisionado de Naciones Unidas para el Refugiado, ACNUR, llaman plastic sheeting, que es, ni más ni menos, que un plástico blanco o azul de 4 x 6 metros. La vivienda sombra la construyen los mismos refugiados, buscando madera en zonas cercanas. Probablemente estos campamentos sean el germen de una ciudad, sustentada por muchos años en una economía de la cooperación. Los refugiados pueden vivir aquí años y consolidan sus viviendas con barro y paja, tienen hospital y escuela aportada por los países desarrollados.
CASO 2.- LÍBANO: Esta situación tiene diferencias radicales con Darfur, aquí los desplazados tenían un gran poder adquisitivo, las familias de refugiados podían tener varios automóviles. Por lo tanto uno de los principales problemas a que se enfrentó Médicos Sin Fronteras, MSF, más que entregar sombra como vivienda, fue el estacionamiento y la seguridad que este debía tener, pues ocupaba tanta extensión o más que el campamento propiamente tal. Obviamente el Plastic Sheeting, que constituye la primera casa después de la tragedia, no lograba cubrir el nivel de vida que tenían los refugiados antes de la emergencia y no era suficiente para estas personas. Se debió entregar una solución de mucho mayor complejidad que incluyera el o los automóviles.
Todos ellos volvieron a sus propiedades una vez acabada la catástrofe humanitaria, por lo cual el campamento no se constituyó en una nueva ciudad. Ambos territorios tienen condiciones climáticas similares, ambos no tenían ocupación previa, ambos fueron usados por refugiados. La diferencia era el proceso cultural que traía cada grupo humano y que requería soluciones completamente distintas. En este sentido se debería lograr mayor sensibilidad en la arquitectura actual, a los sujetos de distinta cultura o culturas que puedan existir y co-existir en la co-construcción del lugar. Mientras más complejidad tenga un territorio, más procesos culturales simultáneos estarán ocurriendo en un continuo proceso de sincretismos y separación. Por eso en los grupos humanos más aislados es más fácil leer su proceso cultural, a través de la forma física, es al menos más nítido en la primera apariencia.
Aunque no alcancemos a percibir toda su profundidad ancestral, por la distancia que nos separa de ellos. En consecuencia en el momento de la producción del proyecto arquitectónico ¿Debemos hacer énfasis solo en el topos o en la cultura, que incluye al topos? Me parece que Muntañola está muy cerca de la respuesta, pero lo traiciona la necesidad de titular su libro, que finalmente se transforma en símbolo de una posición teórica. En definitiva y a mi juicio, este es sólo un problema de énfasis a la hora de cerrar y titular los textos, pues sus mismos escritos pueden usarse para comprender los fenómenos culturales en la arquitectura y de este modo complementar su visión quizás excesivamente centrada en Europa.
Les damos las gracias al colaborador Juan Matias Nolasco por enviarnos este interesante material a publicar. Autor original: Jorge lobos, arquitecto Universidad de Chile.