Rociadores contra incendios.
Un sistema de rociadores contra incendios es una medida de protección contra incendios activos, que consiste en un sistema de abastecimiento de agua, proporcionándola por medio de tuberías rociadoras, que se utilizan en los sistemas contra incendios.
Históricamente estos sistemas son utilizados en las fábricas y en los grandes edificios comerciales, además son utilizados en los hogares y otras la construcciones. El primer sistema de rociadores reconocido se instaló en el Teatro Real Drury Lane en el Reino Unido, en el año 1812, por el arquitecto Benjamín Wyatt. El sistema fue diseñado por Sir William Congreve, este, estaba cubierto por una patente de ese mismo año.
El aparato consiste en un depósito cilíndrico y hermético, de 400 toneles (~ 95 000 litros), alimentado por uno de 10 pulgadas (250 mm). Una serie de pequeños tubos de alimentación de la tubería de distribución fueron traspasados con una serie de 1 / 2 pulgadas (13 mm), que vertían agua en caso de un incendio. Desde el año 1852 hasta el año 1885, los sistemas de tuberías perforadas, fueron utilizados en las fábricas textiles de Nueva Inglaterra, como un medio de protección contra incendios.
Sin embargo, no eran sistemas automáticos, pues eran encendidos manualmente.
Los primeros inventores comenzaron a experimentar con rociadores automáticos alrededor del año 1860. El primer sistema automático de rociadores, creado por Philip W. Pratt de Abington, Massachussets, fue patentado en el año 1872. Henry S. Parmalee de New Haven, Connecticut, es considerado el inventor de los rociadores automáticos. Parmalee mejoró la patente Pratt y creó un mejor sistema de rociadores.
En el año 1874, instaló un sistema de rociadores contra incendios, en la fábrica de pianos de su propiedad. Frederick Grinnell diseñó un sistema mejorado y Parmalee patentó el sistema automático de rociadores que lleva su nombre, en el año 1881. En el año 1890, se inventó el aspersor de disco de vidrio, que es el utilizado en la actualidad. Hasta la década del año 1940, los aspersores se instalaban exclusivamente para la protección de los edificios comerciales, cuyos propietarios eran capaces de recuperar sus gastos con ahorros en los costos del seguro.
Con los años, los aspersores contra incendios se han convertido en equipos de seguridad obligatorios en algunas partes de América del Norte, en determinadas edificaciones, incluyendo los hospitales modernos, en las escuelas, hoteles y otros edificios públicos, con sujeción a los códigos locales de construcción y ejecución