El citado boom industrial junto con la necesidad de planes de vivienda masiva; aporta a la construcción haciéndola más eficiente en su producción y con posibilidades de producir segmentos de la misma, en forma seriada (ventanas, paneles, equipamientos), fuera de la obra y ensamblarse luego en el obrador, vinculan a la Arquitectura con la estandarización.
El marxista científico Hannes Meyer, sucesor de Gropius en la dirección de la Bauhaus, en su plan pedagógico promueve la investigación de la prefabricación: “La nueva casa como construcción prefabricada es un producto industrial y como tal es obra de especialistas: economistas, estadígrafos, higienistas, climatólogos, Ingenieros industriales expertos en estandarización, técnicos del calor… ¿y el Arquitecto?… era un artista y se ha convertido en ¡un especialista en organización! La nueva casa es una obra social: libera a la industria de la construcción del paro parcial estacional.
Mediante métodos racionales libera al ama de casa de la esclavitud doméstica…, es sobre todo una obra social, porque… es el producto estandarizado industrial de una comunidad anónima de inventores.” Le Corbusier descubre virtudes contemporáneas en la historia antigua: “Debemos tender al establecimiento de estándares para afrontar el problema de la perfección.
El Partenón es un producto de selección aplicado a un estándar. La Arquitectura opera sobre estándares. Los estándares son una cuestión de lógica, de análisis, de estudio escrupuloso. Se basan en un problema bien “planteado”. Un estándar queda definitivamente establecido mediante la experimentación.” Gracias a Ana María Gruñón por colaborarnos este artículo para ser publicado en ARQHYS.com.