Aquella tarde, la madre de Sofía se fue a visitar a una amiga. Sofía bajó al jardín y se metió en el callejón. Allí encontró un paquete grande. Se apresuró a quitar el papel. ¡En el paquete había una cinta de video! Cosa que sorprendió a Sofía.
Entró corriendo a la casa y procedió a reproducir el video. En la pantalla apareció una gran ciudad. No tardó mucho en comprender que se trataba de Atenas, debido a que Sofía había visto muchas fotos de las viejas ruinas.
Al cabo de un rato, apareció un señor de mediana edad. Era bastante bajito, tenía una barba bien cuidada, y llevaba una boina azul. Miró a la cámara y dijo: –Bienvenida a Atenas, Sofía. Seguramente te habrás dado cuenta de que soy Alberto Knox.
Nos encontramos en la Acrópolis, lugar que significa «el castillo de la ciudad» o, en realidad, “la ciudad sobre la colina”. En esta colina ha vivido gente desde la Edad de Piedra. Detrás de mí puedes ver el templo más grande. Se llama el Partenón o “Morada de la Virgen” y fue levantado en honor a Atenea, que era la diosa patrona de Atenas. Lo único que había dentro del templo era una estatua de Atenea de doce metros de altura. Debo añadir que el mármol blanco, que estaba pintado de varios colores vivos, se transportaba desde una montaña a dieciséis kilómetros de distancia…
–Sofía tenía el corazón en la boca. ¿De verdad era su profesor de filosofía el que le hablaba desde la cinta de video?
El hombre comenzó a andar por el lateral del templo y la cámara le seguía. Finalmente se acercó al borde de la roca y señaló hacia el paisaje. La cámara enfocó un viejo anfiteatro situado por debajo de la propia meseta de la Acrópolis.
–En este momento me encuentro sobre el monte llamado Areópago. Aquí era donde el tribunal supremo de Atenas pronunciaba sus sentencias en casos de asesinato. Muchos siglos más tarde, el apóstol Pablo estuvo aquí hablando de Jesucristo y del cristianismo a los atenienses. Abajo, a la izquierda, puedes ver las ruinas de la antigua plaza de Atenas.
El profesor de filosofía se había sentado sobre un bloque de mármol. Miro a la cámara y dijo:
–Estamos sentados en las afueras de la antigua plaza de Atenas. ¡Triste, verdad! Me refiero a cómo está hoy. Pero aquí hubo, en alguna época, maravillosos templos, palacios de justicia y otros edificios públicos, comercios, una sala de conciertos e incluso un gran gimnasio. En este pequeño recinto, se pusieron los cimientos de toda la civilización europea. Palabras como “política” y “democracia”, “economía” e “historia”, “biología” y “física”, “matemáticas” y “lógica”, “teología” y “filosofía”, “ética” y “psicología”, “teoría” y “método”, “idea” y “sistema”, y muchas, muchas más, proceden de un pequeño pueblo que vivía en torno a esta plaza.
Claro que le resultaba curioso a Sofía. Pero le parecía, no obstante, igual de curioso que el filósofo le hablara así, de repente, a través de una cinta de vídeo que había sido llevada a su lugar secreto del jardín por un misterioso perro.
Sofía se sentía aturdida. ¿Cómo podía ese hombre misterioso estar, de repente, en la Atenas de hace 2,400 años? ¿Cómo era posible ver una grabación en video de otra época? Naturalmente, Sofía sabía que no había vídeo en la Antigüedad. ¿Podría estar viendo un largometraje? Pero todos los edificios de mármol parecían tan auténticos… Tener que reconstruir toda Atenas y la Acrópolis sólo para una película resultaría carísimo. Y sería un precio demasiado alto solo para que Sofía aprendiera algo sobre Atenas.
El profesor de filosofía se acercó a dos hombres que estaban de pie bajo un alto tejado. Estos eran Sócrates y Platón. El más joven se acercó a la cámara t dijo: –Bienvenida a Atenas, Sofía me llamo Platón, y te voy a proponer cuatro ejercicios: lo primero, debes pensar en cómo un pastelero puede hacer cincuenta pastas completamente iguales. Luego, puedes preguntarte a ti misma por qué todos los caballos son iguales. Y también debes pensar en si el alma de los seres humanos es inmortal. Finalmente, tendrás que decir si los hombres y las mujeres tienen la misma capacidad de razonar. ¡Suerte! De repente, había desaparecido la imagen de la pantalla. Sofía intentó adelantar y rebobinar la cinta, pero había visto todo lo que contenía.
Sofía procuraba concentrarse y pensar.
¿En verdad eran Sócrates y Platón los que había visto en la pantalla?
Sofía sacó la cinta del aparato y se la llevó arriba, a su habitación. Pronto se tumbó rendida en la cama, y se durmió.
Platón
… una añoranza de regresar a la verdadera morada del alma…
A la mañana siguiente, Sofía despertó un poco más de las cinco. Se sentía tan despejada que se sentó en la cama. De repente, recordó todo lo sucedido se subió a un escabel y miró el estante superior del armario, allí estaba la cinta de video. Esto le hizo confirmar que todo aquello no era un sueño.
Sofía bajó la escalera de puntillas y salió al jardín. Todo estaba maravillosamente luminoso y tranquilo. Una vez más se le ocurrió pensar que el mundo era un increíble milagro. Sofía no vio ningún sobre nuevo del filósofo, pero, de todos modos se sentó y se acordó de que el Platón del video le había dado unos ejercicios.
Primero, algo sobre cómo un pastelero era capaz de hacer cincuenta pastas totalmente iguales.
Luego de un rato de meditaciones, Sofía logró resorber el problema y llegó a la conclusión de que cuando un pastelero hace cincuenta pastas completamente iguales es porque utiliza el mismo molde para todas. ¡Y ya está!
Luego seguía la pregunta de que si todos los caballos son iguales. A esta pregunta Sofía la comprendió con que todos los caballos no son iguales exactamente, pero sí todos tienen algo en común. Sofía no había visto jamás, por ejemplo, un caballo con seis u ocho patas. Después, Platón había hecho una pregunta muy importante y muy difícil. Era sobre si el ser humano tiene un alma inmortal. Sofía no se sentía capacitada para contestar a esa pregunta. Sólo sabía que el cuerpo muerto era incinerado o enterrado, y que así no podía tener ningún futuro.
Finalmente quedaba la cuestión de que si los hombres y las mujeres tienen la misma capacidad de razonar. La conclusión para ésta fue aceptando que todos los seres humanos de acuerdo a la integración empleada, razonan de igual manera.
Al instante, apareció en el callejón el perro amarillo. Llevaba un sobre grande en la boca.
– ¡Hermes! (Exclamó Sofía). – ¡Muchas gracias! Al cabo de unos minutos Hermes se levantó y se dispuso a desaparecer entre el seto por el mismo camino por el que había llegado. Sofía le siguió con e1 sobre en la mano. El perro se giró un par de veces gruñendo, pero Sofía no se dio por vencida. Encontraría al filósofo aunque tuviera que correr hasta Atenas. El perro apresuró el paso, y pronto se metió por un estrecho sendero. También Sofía aumentó la velocidad, pero cuando había corrido durante un par de minutos, el perro se paro y se puso a ladrar como un perro guardián. Sofía no se dio por vencida todavía y aprovechó la oportunidad para acercarse aún más.
Hermes siguió a toda prisa por el sendero. Sofía tuvo que reconocer finalmente que no era capaz de alcanzarlo. Durante un largo rato se quedó parada escuchando cómo se alejaba. Al final, todo quedo en silencio. Sofía se sentó sobre un tocón delante de un pequeño claro en el bosque. En la mano tenía un sobre grande. Lo abrió, sacó varias hojas escritas a máquina, y empezó a leer.
La Academia de Platón
Platón (427-347 a.c.) tenía 29 años cuando a Sócrates le obligaron a vaciar la copa de cicuta. El era su discípulo desde hacía mucho tiempo.
Para Platón, la muerte de Sócrates constituía una clara expresión del contraste que puede haber entre la situación fáctica de la sociedad y lo que es verdadero o ideal. La primera acción de Platón como filósofo fue publicar el discurso de defensa de Sócrates. En el discurso se refiere a lo que Sócrates dijo al gran jurado.
Te acordarás de que el propio Sócrates no escribió nada. Muchos de los filósofos presocráticos sí habían escrito, el problema es que la mayoría de esos escritos se ha perdido. En lo que se refiere a Platón, se cree que se han conservado todas sus obras principales.
Aparte del discurso de defensa de Sócrates, Platón escribió una colección entera de cartas, y treinta y cinco diálogos filosóficos. El hecho de que estos escritos hayan sido conservados se debe, en gran parte, a que Platón fundó su propia escuela de filosofía fuera de Atenas. La escuela estaba situada en una arboleda que debía su nombre al héroe mitológico griego Academo. Por lo tanto, la escuela de filosofía de Platón adquirió el nombre de Academia. (Desde entonces se han fundado miles de «academias» por todo el mundo. Incluso hoy hablamos de los «académicos» y de «materias académicas».)
En la Academia de Platón se enseñaba filosofía, matemáticas y gimnasia. Aunque «enseñar» no sea, quizás, la palabra adecuada, ya que también en la Academia de Platón la conversación viva era lo más importante. Por lo tanto, no es una casualidad que el diálogo llegara a ser la forma escrita de Platón.
Lo Eternamente Verdadero, Lo Eternamente Hermoso Y Lo Eternamente Bueno
Al principio de este curso de filosofía te dije que, a menudo, resulta muy útil preguntarse a uno mismo cuál es el proyecto de un determinado filósofo. De modo que ahora pregunto: ¿qué era lo que a Platón le interesaba averiguar ante todo? Resumiendo, podemos decir que a Platón le interesaba la relación entre lo eterno y lo inalterable, por un lado, y lo que fluye, por el otro. Luego dijimos que los sofistas y Sócrates abandonaron las cuestiones de la filosofía de la naturaleza, para interesarse más por el ser humano y la sociedad. Sí, eso es verdad, pero también los sofistas y Sócrates se interesaban, en cierto modo, por la relación entre lo eterno y lo permanente, por un lado, y lo que fluye, por el otro.
A Platón le interesaba lo que es eterno e inmutable en la naturaleza y lo que es eterno e inmutable en cuanto a la moral y la sociedad. De hecho, para Platón, estas son una misma cosa. Intenta captar una propia «realidad» eterna e inmutable. Los filósofos suelen Intentar señalar lo que es eternamente «verdadero», eternamente «hermoso», y eternamente «bueno».
Con esto tenemos, al menos, una vasta idea del proyecto filosófico de Platón.
El Mundo De Las Ideas
Tanto Empédocles como Demócrito habían señalado que todos los fenómenos de la naturaleza fluyen, pero que sin embargo, tiene que haber “algo” que nunca cambie “las cuatro raíces de todas las cosas” o “los átomos”. Platón sigue este planteamiento, pero de una manera muy distinta. Platón opinaba que todo lo que podemos tocar y sentir en la naturaleza fluye.
El filósofo explica los problemas presentados por Platón a Sofía, y por coincidencia las respuestas se asemejan.
Conclusión: Platón pensaba que tenía que haber una realidad detrás «del mundo de los sentidos», y a esta realidad la llamó el mundo de las Ideas. Aquí se encuentran las eternas e inmutables «imágenes modelo», detrás de los distintos fenómenos con los que nos topamos en la naturaleza. A este espectacular concepto lo llamamos la teoría de las Ideas de Platón.
El Camino que Sube de la Oscuridad de la
Caverna
Platón solía contar una parábola la cual le llamaron el mito de la caverna.
Imagínate a unas personas que habitan una caverna subterránea.
Están sentadas de espaldas a la entrada, atadas de pies y manos, de modo que sólo pueden mirar hacia la pared de la caverna. Detrás de ellas, hay un muro alto, y por detrás del muro caminan unos seres que se asemejan a las personas. Levantan diversas figuras por encima del borde del muro. Detrás de estas figuras, arde una hoguera, por lo que se dibujan sombras flameantes contra la pared de la caverna. Lo único que pueden ver esos moradores de la caverna es, por tanto, ese «teatro de sombras».
Han estado sentados en la misma postura desde que nacieron, y creen por ello, que las sombras son lo único que existe.
Imagínate ahora que uno de los habitantes de la caverna empieza a preguntarse de dónde vienen todas esas sombras de la pared de la caverna y, al final, consigue soltarse. ¿Qué crees que sucede cuando se vuelve hacia las figuras que son sostenidas por detrás del muro? Evidentemente, lo primero que ocurrirá es que la fuerte luz le cegará. También le cegarán las figuras nítidas, ya que, hasta ese momento, sólo había visto las sombras de las mismas. Si consiguiera atravesar el muro y el fuego, y salir a la naturaleza, fuera de la caverna, la luz le cegaría aún más. Pero después de haberse restregado los ojos, se habría dado cuenta de la belleza de todo. Por primera vez, vería colores y siluetas nítidas. Vería verdaderos animales y flores, de los que las figuras de la caverna sólo eran malas copias. Pero, también entonces se preguntaría a sí mismo de dónde vienen todos los animales y las flores. Entonces vería el sol en el cielo, y comprendería que es el sol el que da vida a todas las flores y animales de la naturaleza, de la misma manera que podía ver las sombras en la caverna gracias a la hoguera.
Ahora, el feliz morador de la caverna podría haberse ido corriendo a la naturaleza, celebrando su libertad recién conquistada. Pero se acuerda de los que quedan abajo en la caverna. Por eso vuelve a bajar. De nuevo abajo, intenta convencer a los demás moradores de la caverna de que las imágenes de la pared son sólo copias centelleantes de las cosas reales. Pero nadie le cree. Señalan a la pared de la caverna diciendo que lo que allí ven es todo lo que hay. Al final lo matan.
Lo que Platón describe en el mito de la caverna es el camino que recorre el filósofo desde los conceptos vagos hasta las verdaderas ideas que se encuentran tras los fenómenos de la naturaleza. Seguramente también piensa en Sócrates, a quien mataron los «moradores de la caverna» porque hurgaba en sus ideas habituales, queriendo enseñarles el camino hacia la verdadera sabiduría. De ese modo, el mito de la caverna se convierte en una imagen del valor y de la responsabilidad pedagógica del filósofo. Lo que quiere señalar Platón es que la relación entre la oscuridad de la caverna y la naturaleza del exterior corresponde a la relación entre los moldes de la naturaleza y el mundo de las Ideas.
No quiere decir que la naturaleza sea triste y oscura, sino que es triste y oscura comparada con la claridad de las Ideas. Una foto de una muchacha hermosa no tiene por qué resultar oscura y triste, más bien al contrario, pero sigue siendo sólo una imagen.
El Estado filosófico
El mito de la caverna de Platón lo encontramos en el diálogo La República, en el que Platón nos proporciona una imagen del «Estado ideal». Es decir, un Estado modelo imaginario. Brevemente, podemos decir que Platón piensa que el Estado debe ser gobernado por los filósofos. Al explicar el por qué, toma como punto de partida la composición del ser humano. Según Platón, el cuerpo humano está dividido en tres partes: cabeza, pecho y vientre. A cada una de estas partes le corresponde una habilidad del alma.
A la cabeza pertenece la razón, al pecho la voluntad, y al vientre, el deseo. Pertenece, además, a cada una de las tres habilidades del alma un ideal o una «virtud». La razón debe aspirar a la sabiduría, la voluntad debe mostrar valor, y al deseo hay que frenarlo para que el ser humano muestre moderación. Cuando las tres partes del ser humano funcionan a la vez como un conjunto completo, obtenemos un ser humano armonioso u honrado. En la escuela, lo primero que tiene que aprender el niño es a frenar el deseo, luego hay que desarrollar el valor, y finalmente, la razón obtendrá sabiduría. Igual que el cuerpo tiene cabeza, pecho y vientre, el Estado tiene gobernantes, soldados y productores (granjeros, por ejemplo). Es evidente que Platón emplea la ciencia médica griega como ideal.
Intentemos una sencilla exposición de la relación entre las tres partes del ser humano y del Estado: Cuerpo, Alma, Virtud, Estado, Cabeza, razón, sabiduría, gobernantes, pecho, voluntad, valor, Soldados, vientre, deseo, Moderación, Productores.
Platón opinaba que las mujeres podían ser gobernantes igual que los hombres, precisamente porque los gobernantes gobernarían el Estado en virtud de su razón. El pensaba que las mujeres tienen exactamente la misma capacidad para razonar que los hombres. Para Platón la educación de los niños era algo tan importante que no pudiera ser confiada a cualquiera. Tendría que ser responsabilidad del Estado educar a los niños. (Fue el primer filósofo que habló en favor de un sistema público de guarde- rías y colegios.)
Por regla general, podemos decir que Platón tenía una visión positiva de las mujeres, al menos si tenemos en cuenta la época en la que vivió.
Ése fue Platón, Sofía. Durante más de dos mil años, la gente ha discutido y criticado su extraña teoría de las Ideas. El primero fue su propio alumno en la Academia. Su nombre era Aristóteles, el tercer gran filósofo de Atenas. ¡No digo nada más
La Cabaña del Mayor
… la muchacha del espejo guiñó los dos ojos…
Luego de leer las páginas sobre Platón, Sofía continuó la trayectoria hasta que logró visualizar una cabaña para la cual se debía cruzar un pequeño lago. Sofía cogió una barca y se trasladó hacia el interior de la cabaña, en la misma había una espaciosa sala y objetos que le hicieron pensar que ésta era la morada de su instructor de filosofía Alberto Knox, a quien quería, con grandes ansias, conocer.
En la cabaña estaba un espejo en el cual Sofía realizó varias siluetas y descubrió algo muy extraño: Durante un brevísimo instante, Sofía vio con toda claridad que la muchacha del espejo guiñó los dos ojos, cosa imposible con relación a lo común.
Luego de un momento se dio cuenta de que había un billetero verde sobre la cómoda. Sofía lo cogió y lo abrió con cuidado. Contenía un billete de cien, otro de cincuenta… y un carnet escolar. En el carnet había una foto de una muchacha de pelo rubio, y debajo de la foto ponía “Hilde Møller Knag” e “Instituto público de Lillesand”. Sofía notó cómo su cara se enfriaba. Entonces oyó ladridos de perro. Tenía que salir de allí. Al pasar, vio en la mesa un sobre blanco entre todos los libros y papeles. En el sobre ponía “SOFÍA”. Sin pensárselo dos veces, lo cogió y lo metió a toda prisa en el sobre amarillo con todas las hojas sobre Platón. Luego salió corriendo de la cabaña, cerrando tras de sí la puerta.
Aunque con muchas dificultades, Sofía, pudo llegar a casa. Su madre emprendió con ella una riña para que explicase donde se hallaba, a fin de cuentas la madre de Sofía le brindó apoyo y le explicó que aquella Cabaña era llamada La Cabaña del Mayor.
Luego de lo pasado Sofía decidió redactar una carta dirigida a Alberto Knox, pidiendo excusa y tratando de remediar el error que había cometido. Gracias a Felix Ureña por colaborarnos este artículo para ser publicado en ARQHYS.com.