Los conflictos judiciales en la arquitectura, se dan desde hace tiempo, un ejemplo de esto se dio con Antoni Gaudí y Pere Milá, ya que Pere Milá se negó a abonarle una parte de sus honorarios por la Casa Milá.
Esto fue ocasionado porque la altura del edificio, infringió las normativas locales y Milá enfrentó una multa, negándose a colocar a la obra un grupo escultórico esencial para el concepto diseñado. La tensión de este problema llevó a Gaudí a tomar la decisión de abandonar el proyecto, este dejó en manos de empleados de su taller, la conclusión del mismo. A lo mejor para Gaudí esto no fue fácil, el haber tenido que dejar que se mutile su obra y la dificultad de haber podido concretar en ella su visión arquitectónica.
Otro ejemplo es el caso de Santiago Calatrava contra el Consistorio de Bilbao por discurrir que la extensión del puente Zubi Zuri mediante una pasarela diseñada por Arata Isozaki presume un atentado contra esta propiedad. El juez titular ha aceptado que la obra de Calatrava está amparada por la ley de Propiedad Intelectual, impugnando el argumento del Ayuntamiento. Calatrava exigió una indemnización millonaria o el derribo de la pasarela. Estas diputas entre estos profesionales, causa que se afecten muchos proyectos en el ámbito arquitectónico, ya que muchas veces los involucrados en problemas son socios, producto de contradictorias ideas, intereses y expectativas. Otro ejemplo es el que trajo la ampliación del Prado de Rafael Moneo. Otro de los arquitectos que pasado por esta situación es Álvaro Siza para el Paseo del Prado es algo lógico que estos genios de la construcción y diseño exijan respeto por sus creativas obras, ya que esto debe de ser tomado como una defensa integra. La arquitectura posee un compromiso social, expresivo y económico.
Ya que la actual ciudad exige creaciones que se adapten a la modernidad al igual que a las necesidades que tenga el hombre. Es por esto que se acepta que los arquitectos exijan que se aplique la ley de propiedad intelectual. Para que siempre se tomo en cuenta el valor, que es muy razonable ya que al arquitecto se le exige creativa responsabilidad. Lo importante de todo esto es que se preserve la integridad de lo construido y de las entidades interesadas, para evitar este tipo de conflicto entre las partes.