LA RESPONSABILIDAD DEL ARQUITECTO.
La principal responsabilidad del arquitecto es hacer ciudad y paisaje. La ciudad se hace con casas y con espacios públicos. Las casas son el abrigo del hombre, el lugar donde descansa, donde envejece con su familia, los espacios públicos son su ámbito de movimiento, de ocio y de expansión con otros seres humanos. La arquitectura está considerada un arte y nosotros los arquitectos tenemos la suerte o la desgracia de que todas nuestras obras se cuelgan por tiempo indefinido en un museo de cara al público que es la calle y el paisaje. Nuestras obras, como cualquier cuadro o escultura, pueden pasar desapercibidos, o impactar para bien o para mal.
En todo caso, cualquier creativo, tiene opción de exhibir o no su obra, la arquitectura queda expuesta sin remisión a las críticas o alabanzas desde el primer día y su creador no tendrá opción a descolgarla y esconderla, quedará ahí, sometida a la opinión popular durante años y años a lo largo de generaciones. Curiosamente, la gente sabe el nombre de su médico, su dentista o su abogado, pero rara vez sabe el nombre del arquitecto que diseñó el edificio donde compró un piso que pagará durante muchos años de su vida; una vivienda que le dará alegrías y penas y que será cómplice de todas sus intimidades. Tal vez la razón sea que nuestra vivienda en la actualidad, se considera algo tan estándar y despersonalizado que no nos provoca ninguna sensación de afectividad ni proximidad hacia su creador.
Por otro lado, nuestras creaciones se exhiben públicamente de forma que todo el mundo puede seguir su crecimiento. Nunca nada fue tan próximo y a la vez tan lejano y ajeno. Ningún creador tiene la ocasión inmediata de exponer su obra como el arquitecto. A su vez, este, no es consciente de la responsabilidad que esto devenga, la responsabilidad social, la responsabilidad con la ciudad o el paisaje de los que inmediatamente pasa a formar parte, la responsabilidad con las generaciones venideras. El ancho de un pasillo, la proporción de una ventana, la ubicación de una puerta en un salón, la falta de un tendedero o la falta de luz en una cocina tienen una incidencia machacona y diaria en nuestras vidas, demasiado incidencia a lo largo de los años como para que se resuelva sobre el papel sin meditar. El color o la textura de las fachadas pasan a formar parte del lienzo de la ciudad y convierten el cuadro urbano en algo alegre o por el contrario, deprimente. Una zona verde de la ciudad, deberá cumplir con su función de espacio de ocio común, de lugar de juegos de niños y de descanso o paseo de mayores, huyendo de absurdas modas que despojan los espacios públicos de árboles y zonas verdes.
La arquitectura anodina e insípida, cansina y aburrida y falta de carisma influirá negativamente en nuestras vidas, especialmente en nuestros hijos y creará ciudades amorfas y despersonalizadas. La arquitectura antigua era fruto de la climatología, de los materiales afines a una zona, a la topografía de los asentamientos, estos factores peculiares moldeaban las ciudades con arquitecturas diferenciadas y personalizadas en sus enclaves. En la actualidad, los parámetros que inciden en la evolución de pueblos y ciudades son distintos, factores como la carestía del suelo o la demanda urgente de viviendas muchas veces producto tan solo de las expectativas de plus valías generan a menudo arquitecturas mediocres y sin digerir. No obstante, el arquitecto no debe olvidar la responsabilidad de su trabajo y la incidencia de este en la vida de las personas y en el futuro de la ciudad aunque su nombre permanezca en el anonimato. Datos del autor: LUISA GARCIA GIL, Arquitecto. gilescolar@gmail.com Para www.arqhys.com